19 de Marzo de 2012. Domingo. Valencia.

19 de marzo de 2012. Domingo.
Era nuestro tercer año de Fallas. Me levanté pronto, ella se quedó durmiendo, qué guapa estaba cuando dormía. Me puse una camiseta vieja y bajé a correr un par de kilómetros. Todavía quedaban resquicios de la estrepitosa noche anterior, crápulas volviendo a casa caminando como autómatas, el suelo sucio, algún extranjero durmiendo en un banco..... La ciudad se desmoronaba en estas fechas.
Cuando llegamos, hace ya tres años, no valoramos convenientemente el ático de diseño en el que vivíamos. A Noa le encantó, y no sé decirle que no pero ahora, después de una semana sin poder pegar ojo, al igual que el año pasado y todavía peor que el primero, puedo asegurar que cometimos un grave error.
Después de correr veinte minutos y esquivar algún que otro transeúnte amamantado por Baco, volví a casa, no sin antes echar de nuestro portal a un alemán borracho que olía a orines.
Noa seguía durmiendo, así que subí a la segunda planta del dúplex donde tengo mi pequeño gimnasio, hice mis doscientos cincuenta abdominales diarios y trabajé la espalda sin forzar.
Me duché y le preparé el desayuno a Noa, mientras acababa de exprimir la última naranja que nos quedaba, mi futura mujer entró en la cocina con cara de no haber dormido muy bien. Nota: comprar naranjas cuando volvamos de vacaciones.
Esa noche nos íbamos a casa a preparar la boda, teníamos el vuelo a las once de la noche. Una semana lejos del trabajo me parecía poco, pero tenía que bastar. Estamos muy estresados, pensé, con la que estaba cayendo no era el mejor momento para ser director de sucursal bancaria, pero en fin, me daré con un canto en los dientes.
Después de leer el periódico en mi iPad, pude desde la cocina ver a Noa saliendo de la ducha, estaba morena y sexy, su melena más negra de lo habitual al estar empapada. La abracé, hicimos el amor, en aquel momento no podía ni imaginarme que esa podría ser la última vez que lo hiciéramos...


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